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Uno de mis recuerdos de mi infancia siempre será el de comerme un flamenquín en algún bar de Jaén. Evoca esos tiempos en los que no había problemas y todo, sencillamente, era.

Ya de adulto he comprobado que, pasado Despeñaperros hacia el norte, este manjar (porque no tiene otro nombre) no era nada conocido o, bien, era prostituido. Por ese motivo, por el de rememorar una época de mi vida por un lado y, difundir uno de los productos estrella de Andalucía, la receta que os proponemos este fin de semana es un flamenquín que acompañaremos con unas patatas fritas y ensalada.

Ingredientes (2 unidad):

2 filete de lomo de cerdo. 2 loncha de jamón serrano. pan rallado. 1 huevo. 1 diente de ajo. perejil. sal. aceite de oliva virgen extra.

Preparación:

Aplanamos el filete de lomo de cerdo con ayuda de una maza, extendiéndolo para que aumente su tamaño. Trituramos un ajo con un poco de sal y perejil y lo mezclamos con el huevo batido. Montamos el flamenquín, colocando una loncha de jamón serrano enrollada sobre el filete de lomo y doblando, luego, la carne sobre sí misma. Con firmeza pero sin apretar demasiado. Pasamos por el huevo y luego por el pan rallado para que se reboce uniformemente y con cuidado de que no se abra. Apretamos las puntas. Freímos en abundante aceite de oliva, colocando el flamenquín en la sartén por el lado de la apertura. Caliente, cortamos en trozos y servimos en el plato, acompañado de ensalada o unas patatas fritas.

 

 

Para la #recetaAOVE de este fin de semana os traemos unas brochetas de pollo al estilo mediterráneo, en las que usaremos el aceite de oliva virgen extra para impregnar bien la carne de los sabores de las especias. Estas brochetas las acompañaremos con arroz basmati con aceitunas.

Estos pinchos son ideales para un día de barbacoa porque el carbón aporta al conjunto un sabor ahumado muy bueno, pero ya sabéis que hacer barbacoas al aire libre es peligroso, así que nos contentaremos con cocinarlas en una plancha o al horno.

 

 

Ingredientes (6 brochetas):

1 y 1/2 pechuga de pollo totalmente limpia. 2 pimientos verdes medianos. 1 cebolla mediana. 1 diente de ajo. 2 guindillas de cayena. 3 cc. (cucharada de café) de orégano. 3 cc. de tomillo. 3 cc. de romero 2 cc de cominos en grano. 1 cc. de pimentón. 2 cc de sal. 1 cc. de pimienta negra molida. 1/2 vaso de aceite de oliva virgen extra. el zumo de 1/2 limón. 1 vaso de arroz basmati. aceitunas verdes deshuesadas.

Preparación:

Cortamos la pechuga en trozos medianos y de tamaño similar. Hacemos lo mismo con los pimientos y la cebolla. Machacamos el diente de ajo con las guindillas de cayena y la sal. Añadimos el resto de especias y volvemos a machacar. Echamos el aceite de oliva virgen extra y el zumo de limón. Emulsionamos y reservamos unas 3-4 cucharadas soperas para el arroz basmati. Adobamos el pollo y las verduras, removiendo para impregnarlo todo bien. Cubrimos con papel film y dejamos reposar hasta 12 horas. Terminado el reposo, ensartamos el pollo en los pinchos, intercalando la carne con trozos de pimiento y cebolla. Los apretamos bien para que nada se suelte. Hacemos las brochetas en una plancha con el fuego medio-bajo, procurando girarlas para que se hagan por todos los lados. El arroz basmati con aceitunas: Como este arroz tiene mucho sabor, lo cocemos tan solo en abundante agua con sal y un chorro de AOVE. 3 partes de agua por 1 de arroz. Una vez cocido el arroz, en una sartén sofreímos ligeramente las aceitunas cortadas en láminas con la parte de adobo que reservamos previamente. Añadimos el arroz cocido y calentamos lo justo para que tome temperatura y el color del adobo. Servimos las brochetas sobre el arroz. Disfrutamos.

Como las guindillas picaban bastante, yo acompañé estas brochetas de una cerveza con una rodaja de limón, que creo que es una combinación amarga/ácida y refrescante muy buena con el picante.

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Aunque españoles e italianos compitamos en el negocio del aceite de oliva virgen extra, para nada siento ningún resquemor hacia su gastronomía, tan rica y variada y como la nuestra.

Por eso, para mí disfrutar de un queso, como el provolone, que está hecho al 100% para comerse fundido es una pasada. Los amantes del queso gozamos mucho con la clásica provoletta, la curiosa provo-pizza o sobre unas tostas como estas que os traigo hoy.

Ingredientes:

1 rodaja de provolone. rebanadas de pan de hogaza consistente, integral, de cereales, centeno… 1 tomate. aceite de oliva virgen extra. para el pesto de nueces y espinacas: 2-3 tazas de espinacas. 1 taza de nueces peladas. 1/4 o 1/2 taza de queso parmesano en polvo 1 diente de ajo. aceite de oliva virgen extra. sal. 1 golpe de agua.

Preparación:

Tostamos el pan para que adquiera mayor consistencia y resista el agua que pueda soltar el tomate y no comamos una masa mojada. Lo regamos con aceite de oliva virgen extra y sobre él disponemos el tomate cortado en rodajas de un grosor medio. En trozos también de un grosor medio, cortamos el provolone y lo ponemos encima del tomate. Ponemos las tostas en el horno precalentado a 180º hasta que al queso le salgan unas suaves costras tostadas. El pesto: En la batidora introducimos todos los ingredientes en el siguiente orden: las espinacas, las nueces, 1 diente de ajo picado, el parmesano, 1 buen chorro de nuestro mejor AOVE, la sal y 1 golpe de agua. Trituramos hasta obtener una salsa de textura uniforme. Podemos hacer que quede más espesa y cremosa (añadiendo más espinacas, nueces o parmesano); o menos, poniendo un poco más de aceite de oliva o agua. Cuando estén listas, sacamos las tostas del horno y las untamos con pesto a nuestro gusto. Comemos calientes para que el queso provolone no se endurezca y se vuelva gomoso.

Yo la he acompañado de una pequeña ensalada de canónigos con zanahoria y un vaso de vino de pitarra. La primavera se merece esta alegría de color.